lunes, 16 de marzo de 2009

El agua, otro motivo de crisis global

Alrededor de 1400 millones de personas viven en áreas abastecidas por ríos que se están secando


El Mar Muerto es un símbolo religioso y cultural desde hace miles de años. Sin embargo, debido principalmente a que su mayor afluente se utiliza en el 95% para la agricultura y a que 150 millones de metros cúbicos de su propio caudal se emplean anualmente en la minería, en las últimas tres décadas perdió un tercio de su superficie y su nivel desciende casi un metro por año.
Para protegerlo, el Banco Mundial y organizaciones ambientalistas de la zona están estudiando la posibilidad de tender un acueducto desde el Mar Rojo para importar 2000 millones de metros cúbicos de agua. Costo estimado de la obra: 15.000 millones de dólares.
Lamentablemente, ni el del Mar Muerto es un problema aislado, ni las consecuencias de este oscuro escenario son meramente folklóricas, sino políticas y económicas.
Para encontrar nuevas y mejores formas de manejo del agua, un líquido insustituible en un planeta que, si se cumplen los pronósticos, estará crecientemente sediento, desde hoy y hasta el domingo se reúnen en Estambul 15.000 investigadores, representantes de organizaciones ambientalistas, jefes de Estado y delegados de las Naciones Unidas.
La ONU, el Banco Mundial y otras organizaciones internacionales advierten que, si el consumo sigue aumentando al ritmo actual, el agua puede convertirse en motivo de otra grave crisis global.
Es más, según un informe del Instituto Internacional del Agua de Estocolmo (SIWI, por sus siglas en inglés), ya hay 1400 millones de personas en el mundo que viven en áreas abastecidas por ríos que se están secando.
Otras mil millones carecen de acceso al agua potable y alrededor de 840 millones carecen de saneamiento. El SIWI calcula que, dentro de quince años, 1800 millones de personas estarán viviendo en países o regiones en las que habrá una escasez absoluta de agua.
Estudios de la FAO, por su parte, revelan que el consumo de agua se multiplicó seis veces a lo largo del último siglo, el doble de lo que aumentó la población. Otros del Centro para Investigaciones en la Epidemiología de los Desastres, de Bélgica, muestran que durante el período que va de 1996 a 2005 alrededor del 80% de todos los desastres naturales fueron de origen meteorológico o hidrológico. Y todo esto sin tener en cuenta que un aumento de temperatura de entre 3 y 4 grados, como el pronosticado por los científicos para la segunda mitad del siglo, modificará el ciclo hidrológico y empeorará los efectos locales de las inundaciones y las sequías.
El país no está exento de estas preocupaciones. Si bien recibe lluvias abundantes en la pampa húmeda y comparte uno de los reservorios de agua subterránea más grande del mundo -el acuífero Guaraní-, las dos terceras partes de su territorio son áridas o semiáridas.
Datos del Instituto Nacional del Agua indican que el 83,75% de la población urbana está abastecida por agua de red, pero sólo el 54% dispone de servicios de evacuación de excretas.
Un estudio de la Universidad Nacional de La Plata reveló que más de la mitad (el 53%) de los 13.800.000 de habitantes bonaerenses no dispone de cloacas y casi el 30% vive en hogares sin conexión a una red de agua potable.
Alrededor de seis millones de habitantes están en riesgo sanitario, ya que carecen de sistemas adecuados de abastecimiento de agua segura. Entre un millón y un millón y medio consumen agua con altos niveles de arsénico o flúor, o padecen la degradación de la calidad del agua superficial y de los acuíferos.
Según los especialistas del Consejo Mundial del Agua, organizador del presente foro, si se pretende seguir generando alimentos en 2050, habrá que cambiar realmente los modos de producción. Para "fabricar" una hamburguesa, asegura el International Water Management Institute, se necesitan nada menos que 10.000 litros de agua.
Para el SIWI, a riesgo de que en un futuro no demasiado lejano no haya suficiente agua para uso humano, las medidas (tales como reducir el despilfarro y la contaminación, o aumentar la eficiencia) deberán pensarse y ponerse en práctica sin pérdida de tiempo.
Nora Bär

Publicado en la edición impresa del diario La Nación, secc. Ciencia y Salud, 16 de marzo de 2009

martes, 10 de marzo de 2009

Publicado en La Nación, 10 de marzo de 2009

Cambio climático / Energía y alimentos, dos temas cruciales

Cómo cambiará la Tierra a fin de siglo

El aumento global de la temperatura provocará el crecimiento de los desiertos y las tormentas, y hará subir el nivel de los océanos


LONDRES.- Caimanes en las costas inglesas, un gran desierto en Brasil; las míticas ciudades de Saigón, Nueva Orleáns, Venecia y Bombay, perdidas, y el 90% de la humanidad desaparecida. Bienvenido a un mundo 4°C más cálido.
Nadie quiere este futuro, pero puede llegar a suceder. Si nuestros esfuerzos por controlar las emisiones de gases responsables del efecto invernadero fallan o si los mecanismos climáticos planetarios hacen aumentar la temperatura, algunos científicos y economistas están considerando no sólo cómo podrá ser el mundo del futuro, sino también cómo podría subsistir la siempre creciente población humana.
Sobrevivir con la cantidad actual de seres humanos, o incluso aumentarla, será posible, pero sólo si empezamos a cooperar como especie para reorganizar radicalmente nuestro mundo.
La buena noticia es que la supervivencia de la humanidad en sí misma no es un problema por considerar: la especie continuaría incluso si sólo un par de cientos de individuos se mantienen con vida. Pero para mantener con vida la población mundial, de alrededor de 7000 millones de personas, se requerirá una gran planificación. Irreconocible
Un calentamiento promedio del globo de 4°C tornaría al mundo irreconocible. De hecho, la actividad humana tuvo y tiene un impacto tan grande que hay quienes propusieron describir el período que comenzó en el siglo XVIII como una nueva era geológica marcada por la actividad humana. "Se puede considerar como el Antropoceno", opina el ganador del premio Nobel y químico de la atmósfera Paul Crutzen, del Instituto Max Planck, Alemania.
Que la temperatura aumente 4°C es muy posible. El informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, según sus siglas en inglés) de 2007, cuyas conclusiones se consideran conservadoras, predijo un aumento de entre 2° y 6°4C para este siglo. Y en agosto de 2008, Bob Waston, anterior presidente del IPCC, advirtió que el mundo debería trabajar en estrategias para "prepararnos para un calentamiento de 4°C". Según los modelos, podríamos encontrarnos con un aumento como ése para 2100. Algunos científicos creen que llegarían en 2050.
Si esto sucediera, las consecuencias para la vida en la Tierra serían tan terribles que muchos de los científicos contactados para hacer este artículo prefirieron no contemplarlas, y sólo opinaron que debemos concentrarnos en reducir las emisiones a un nivel en que tal aumento de temperatura sólo tenga lugar en nuestras pesadillas.
La última vez que el mundo experimentó un aumento de la temperatura de estas magnitudes fue hace 55 millones de años. En ese entonces, las culpables fueron las grandes áreas de metano congelado y químicamente aprisionado, que se liberaron del océano profundo en ráfagas explosivas que llenaron la atmósfera con alrededor de 5 gigatones de carbono.
Esto hizo que la temperatura aumentara unos 5 o 6°C: selvas tropicales aparecieron en las regiones polares libres de hielo, y los océanos se volvieron tan ácidos a causa del dióxido de carbono que hubo una gran reducción de la vida acuática. Los mares subieron hasta 100 metros por sobre el nivel actual y el desierto se extendía desde el sur de Africa hasta Europa.
Si bien los cambios exactos dependerán de cuán rápido se produzca el aumento de la temperatura y cuánto hielo polar se derrita, podemos esperar que se desarrolle un escenario similar. El primer problema sería que muchos de los lugares donde viven las personas y se produce la comida serán inutilizables.
El aumento de los niveles del mar (a causa de la expansión térmica de los océanos, el derretimiento de los glaciares y las grandes tormentas) inundaría las actuales regiones costeras con dos metros de agua, y, posiblemente, mucho más si el hielo de Groenlandia y parte de la Antártica se derritieran.
La mitad de las superficies del mundo están en el trópico, entre los 30° y los -30° de latitud, y estas áreas son particularmente vulnerables al cambio climático.
La India, Bangladesh y Paquistán, por ejemplo, tendrán monzones más cortos, pero más duros, con inundaciones todavía más desastrosas que las que sufren hoy en día. Pero como la Tierra estará más caliente, el agua se evaporará más rápido y causará sequías en toda Asia.
La falta de agua potable se sentirá en todo el planeta, con temperaturas elevadas que reducirán la humedad de la tierra en China, el sudoeste de los Estados Unidos, América Central, la mayor parte de América del Sur y Australia. Todos los grandes desiertos se expandirán, y el Sahara llegará justo hasta Europa central.
El retraimiento de los glaciares secará los ríos europeos desde el Danubio hasta el Rin, con efectos similares en otras regiones montañosas, como los Andes peruanos, las cadenas del Himalaya y Karakoram, que, como resultado, no abastecerán de agua a Afganistán, Paquistán, China, Bután, la India y Vietnam.
Todo esto llevará a la creación de dos cinturones latitudinales secos, donde será imposible vivir, según Syukuro Manabe, de la Universidad de Tokio, Japón, y sus colegas. Uno cubrirá América Central, el sur de Europa y norte de Africa, el sur de Asia y Japón. El otro, Madagascar, el sur de Africa, las islas del Pacífico, y la mayor parte de Australia y de Chile.
Los únicos lugares que tendrán suficiente agua serán las altas latitudes. "Todo en esa región crecerá a lo loco. Es allí donde se refugiará toda la vida -dice James Lovelock, antiguo científico de la NASA y creador de la teoría Gaia, que describe a la Tierra como una entidad autorregulante-. El resto del mundo será un gran desierto con algunos pocos oasis." Población en retroceso
Si sólo una fracción del planeta será habitable, ¿cómo sobrevivirá nuestra gran población? Algunos, como Lovelock, son menos que optimistas.
"Los humanos estamos en una posición muy difícil, y no creo que seamos lo suficientemente inteligentes como para manejar lo que se viene. Creo que sobreviviremos como especie, pero la mortandad será enorme durante este siglo -opina el científico-. Al final de éste, la cantidad será de mil millones o menos."
Para sobrevivir, tendríamos que hacer algo radical: repensar nuestra sociedad no en términos geopolíticos, sino de distribución de recursos.
"Siempre pensamos que cada país tiene que tener comida, agua y energía para autosustentarse -explica Peter Cox, estudioso de la dinámica de los sistemas climáticos en la Universidad de Exeter, Reino Unido-. Tenemos que mirar el mundo y ver dónde están los recursos y entonces planificar la población, y la producción de comida y energía a partir de ellos."
Quitar la política de la ecuación puede parecer poco realista: los conflictos por los recursos seguramente aumentarán con el cambio climático, y los líderes políticos no dejarán su poder sólo porque sí. Sin embargo, sobreponernos a los problemas políticos puede ser nuestra única solución.
"Ya es muy tarde para nosotros", dice el presidente Anote Tong, de Kiribati, una isla que se está hundiendo en Micronesia, que programó migraciones graduales a Australia y a Nueva Zelanda. "Tenemos que hacer algo drástico para terminar con las barreras nacionales."
Incluso si se pudiera evacuar a toda la población mundial a Canadá, Alaska, Bretaña, Rusia y Escandinavia, ésta sería unas de las pocas regiones con acceso al agua, con lo cual serían valiosas áreas para la agricultura, así como los últimos oasis para muchas especies, con lo cual las personas tendrían que vivir en compactos edificios altos.
Vivir en tan poco espacio traerá problemas propios, dado que las enfermedades se contagian fácilmente en poblaciones hacinadas. Además, ya que el agua será escasa, la producción de alimentos tendrá que ser mucho más eficiente.
Este será seguramente un mundo mayormente vegetariano: los mares casi no tendrán peces, los moluscos se extinguirán; las aves de corral podrían tener cabida en los límites de las tierras cosechadas, pero no habrá lugar para que pasten los animales. El ganado se limitará a animales resistentes, como las cabras, que pueden sobrevivir con los arbustos desérticos. Una consecuencia de la falta de ganado será la necesidad de encontrar fertilizantes alternativos, una posibilidad sería utilizar los desechos humanos procesados. En busca de energía
Proveer de energía a nuestras ciudades también requerirá algo de pensamiento aventurero. Se tendrían que utilizar paneles solares, principalmente, y complementarlo con energía eólica, hidráulica y nuclear.
Si utilizamos la tierra, la energía, la comida y el agua de manera eficiente, toda la población tiene una posibilidad de sobrevivir, siempre y cuando tengamos el tiempo y la voluntad de adaptarnos. Gran parte de la biodiversidad de la Tierra desaparecerá porque las especies no se podrán adaptar lo suficientemente rápido a las altas temperaturas, por la falta de agua, por la pérdida de ecosistemas o porque los humanos se la habrán comido.
"Puedes olvidarte de los leones y los tigres: si se mueve, nos lo habremos comido -opina Lovelock-. La gente estará desesperada."
El prospecto más terrorífico de un mundo 4°C más caluroso es que puede que sea imposible volver a algo parecido a la Tierra variada y abundante de hoy. Incluso más, la mayoría de los modelos están de acuerdo con que si se llega a este aumento de la temperatura, el alud del calentamiento no podrá detenerse y el destino de la humanidad es más incierto que nunca.
"Me gustaría ser optimista y creer que todos sobreviviremos, pero no tengo razones para hacerlo -opina Crutzen-. Para estar realmente a salvo, tendríamos que reducir nuestras emisiones de carbono un 70% para 2015. Actualmente estamos aumentándolas un 3% cada año."